Me apropié del
cielo y los planetas,
del mar, del
acantilado de tu boca.
Hice míos al sol y
las mareas,
todas las migas de
pan
y los pájaros que
sobrevolaban
el pueblo en
primavera.
Hice el amor con un
banco,
en una plaza.
Abracé, sin
vergüenza,
una carta de amor
abandonada.
Levanté poco polvo
pisando con fuerza
la explanada.
Quise ser el dueño
de todo
y sólo pude ser
dueño de nada.
Hoy
todo lo que tuve
lo tengo atrapado en
mi ventana.
Con la esperanza
que pases,
me mires,
y te des cuenta
que tu nostalgia
también anda un
poco estropeada.
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