¿Dónde
guardamos el alma?
A veces
pienso
que
podría estar en los pies
para
poder aproximarnos
a un
verano o a un precipicio.
Sin
embargo,
otras
veces creo que está en mis manos.
Repartida
por mis dedos
que
aporrean las teclas de un piano,
o
acarician el teclado de una computadora,
o un
pubis,
o el
timbre de una puerta.
El alma
también podría estar,
porque
no,
a
nuestra espalda.
Caminando
nuestros regresos y regando las macetas
de las
plantas que murieron ayer.
No sé
dónde guardamos el alma.
Supongo
que cada uno
la
pondrá en un sitio.
La mía
creo que está
golpeando
los cristales
de una
de las ventanas
de la
que fue tu casa.
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