domingo, 1 de diciembre de 2013

ACADEMIA DE DANZA




HELENA ENGUÍDANOS


En la academia de danza enseñan
como moldear el aire con las manos.
Acariciarlo, cosquillearlo,
y los delgados dedos usarlos para escribir
poemas en su panza.
En la academia de danza
deben siempre andar
como con miedo,
de puntillas,
para no pisar memorias oxidadas
ni silencios,
y así no despertar recelos
ni a los fantasmas que, como pueden,
viven detrás del espejo amontonados.
En la academia de danza
a veces también bailan
o por lo menos, eso es lo que quieren
hacernos creer a los profanos.
Tienen miedo que las ciudades se enteren
que allí dentro
los cisnes no llegan a morir nunca del todo
y rompiendo cascaras de nuez
uno puede ser feliz y no dejar de llorar eternidades.

Dentro, las agujas del reloj se vuelven locas.
Una bailarina puede estar volando por los cielos
y todo puede llegar a quemarte más que el fuego.


Por eso, por las noches
salen todos felices y agotados
de haber hecho el amor con ellos mismos.
De haber violado normas y recetas existentes
o de haber jugado con Dios al ajedrez
y haber ganado.

Pero por favor, no se lo digas a nadie.
De momento creo que es mejor que todos crean
que en la academia de danza
tan solo bailan.

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