He vivido cuatro
fines del mundo.
El que más noté de
todos
fue uno que me dolió
un poco la cabeza.
Las cuatro mañanas
de los cuatro días
señalados,
tengo que confesar
que me levanté
un poco acongojado.
Pero a medida que
pasaban las horas
el día venía
siendo
lo que viene a ser
un día como otro.
Hoy ya no creó en
los finales.
Ahora no me preocupa
que alguien diga
que el mundo acabará
mañana.
Al ver que no llegan
ni meteoritos, ni
seísmos,
me preocupa más
no hacer nada
y que este mundo
siga siendo el
mismo.
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