viernes, 23 de noviembre de 2012

LLORÉ


 
Lloré cuando murió Gloria Fuertes.

Entonces yo tenia padre y madre

pero me quedé huérfano de poemas.

Volví a llorar cuando murió Mario Benedetti

y de él heredé

las ganas de luchar,

el no tener vergüenza al expresarme,

el ser como uno es,

sencillamente.

También lloré cuando sin decirme adiós

ella me negó sus holas para siempre.

Lloré porque al caer

unos guijarros se clavaron

en las rodillas de mi alma.



Lloré porque mi padre

nunca pudo sumergirse en mis palabras.

Por eso,

me gusta lanzar mis manuscritos

contra el cielo.

Creo que entonces él los hace suyos.

Después de su lectura los devuelve

y en mi estancia lo vuelvo oir hablar

entre susurros.


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