me visitan los
recuerdos
de antiguos amores.
Se intercalan por mi
insomnio
como quien busca
un
agarradero para
asirse.
Se elevan
y en picado
intentan mermar
a mi memoria.
Me cosquillean los pies
que ya no uso.
Me hincan sus colmillos
cual vampiros,
y me dan ideas
para atrapar aquel
atardecer
donde viven la palabras
que nunca nos dijimos.
Los antiguos amores
andan por mi casa
como si fuese suya.
Abren el frigorífico
y se mojan con el agua
fresca
porque saben
que siempre los he
extrañado
en la llovizna.
Después rompen el
hielo
antes que yo les diga
que los echo de menos.
A simple vista
parece
que los antiguos amores
intenten arrancar toda
mi vida.
Pero ellos
las noches de luna,
cuando llegan
incrustados en la brisa
tan sólo esperan de mi
que les brinde
la más sincera y veraz
de mis sonrisas.
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