sábado, 16 de abril de 2011

V E J E Z


Ya se han derretido 

todos los relojes.

Las manos multiplicadas
por los temblores
no atinan a sujetar
ni objetos,
ni antiguas melodías,
sólo vocablos sin sentido,
inexistentes.
Los pilares de tu cuerpo,
débiles,
con tanto tiempo de andar juntos,
ahora lo hacen tan unidos
que no avanzas,
porque no tienes donde ir,
o porque ya has ido muchas veces.
En las arrugas de tu frente
se amotinan
todas las muchachas
que quisiste besar
y no besaste.
Las que quisiste besar
y te besaron
danzan,
despacio como tú
entre tus labios.
Mientras calientas
un banco que adquiriste
en una plaza,
tu cuerpo va enfriándose
deprisa.
Hasta que quedará frío del todo.
Hasta que quedará frío por siempre.

Quizá algún ser
que te estimo
llore tres días.
Pero las lágrimas
que él libere,
y las oraciones
que te exprima,
nunca conseguirán,
ni por asomo,
devolverte cinco putos minutos
de tu vida.


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