viernes, 11 de marzo de 2011




Una vez decidí escribir una historia de amor, por que mis amigos decían que esto de la literatura se me daba bastante bien.
Todas las noches antes de dormirme llenaba, de palabras, folios en blanco, que engarzados conformarían lo que más tarde sería un relato.
Cuando lo concluí y me dispuse a leerlo, me fue imposible.
La tinta, por culpa de alguna sustancia liquida, estaba corrida, lo que me impedía la entera entendibilidad del texto.
Por eso acordé volverlo a empezar de nuevo.
Eso si, en la nueva campaña juré que no sería yo el protagonista.
Y me prometí que nunca más lloraría por amor.

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