La muchacha que esta tomando el sol en la ventana
selecciona, para que la atraviesen, cinco rayos.
Tres de ellos certifican su existencia.
Los otros dos comienzan a quemar pronto su pena.
La triste dama que broncea sus adioses,
no cree en los dioses ni en las hadas.
Sólo cree en sus dos brazos que no abrazan
y en las azules baldosas que rodean tímidamente la ventana.
La triste muchacha en su memoria
guarda besos,
y caricias en sus pechos despertados.
La muchacha quiere caminar el paraíso
pero sus andares tan sólo pueden llevarla
a ningún sitio.
Ha pensado unas mil veces
lanzarse hacia la tierra sin volar.
Como el que guarda en el estante un libro viejo
que un día empezó y que hoy no puede terminar.
La muchacha que esta tomando el sol en la ventana
cierra sus verdes ojos y se pone de puntillas.
Pero cuando menos lo espera la muchacha
aparece un sexto rayo de sol
que fue olvidado.
Después de golpear su blanca frente
la atraviesa
y un dulce cosquilleo comienza
la muchacha a sentir en sus entrañas.
La muchacha que esta tomando el sol en la ventana
vuelve a colocar sus pies inquietos en el suelo,
al cercano espejo, que es su amigo, le regala una sonrisa.
Y comienza de nuevo a vivir
en el instante
que deja de entrar la luz
cuando ella cierra la persiana.
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