domingo, 16 de enero de 2011


Cuando se apaguen mis ojos.

Cuando no responda a tu hola

y las únicas olas con las que hable

me lleven al abismo.

Cuando simple y llanamente muera

hazme un favor.

Primero dime cosas dulces

o absurdas, da lo mismo,

tiéntame, ruborízame,

que mis mejillas enrojezcan.

Nunca me gustó la palidez del abandono.

No quiero que llores.

No poder secar tus decepciones

me haría morir

de nuevo en mi muerte.

Busca todos los relojes que funcionen.

Los que vayas agarrando tú a tu paso.

Destrípalos paciente

uno a uno.

Recoge las horas que cayeron por los suelos,

lánzalas contra mí

sin compasión.

Tira horas.

Regálame instantes.

Arrójame tiempo.

Si lo hicieras

tal vez me levantaría

aún enrojecido.

Te miraría

para comenzar a hablar,

a contarte todo aquello

que nunca llegué a decirte,

porque tú nunca me diste

el tiempo,

el poco tiempo que necesité.

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