domingo, 19 de diciembre de 2010

SED


En el vaso, rebosante, caía el sol por las esquinas. Tenía la oportunidad de beberme el sol, entero, y sin embargo permanecía allí sentado, frente al mantel de cuadros, el frutero (sepultura de dos peras maduras) y mi vaso lleno de sol.

No sé que me sucedía aquel día. Muchas veces, anteriores, había tenido una inmensa sed de sol. No sólo me hubiese bebido uno, mas bien hubiese acabado con todos los soles del universo. Pero esa tarde en concreto, no recordaba ni como era la sensación de tener sed. No recordaba la sensación de tener cualquier tipo de sed y mucho menos la sed de soles.

Podría haberme convertido en el primer humano que paseaba el astro rey por su paladar, saboreándolo.

Pero ya ves, aquella tarde, frente a mi transparente vaso lleno de sol, sólo tenía la mirada perdida en un universo inexistente y una pregunta en mi cabeza.

¿ Por qué hace ya tres días que no me llamas?

1 comentario:

  1. Que trist no disfrutar de qualsevol cosa que podria fer-nos feliços per esperar un altra que posiblement no ens farà feliços mai. Un plaer llegirte, com sempre.

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